¿Pánico a descargarnos apps en nuestro móvil? No, pero las noticias cada vez más frecuentes relativas a fugas de información personal a través de aplicaciones para dispositivos móviles nos obligan a ser, al menos, precavidos. El ‘escándalo Snowden’ sobre espionaje a cargo de la inteligencia norteamericana a dirigentes y ciudadanos de todo el mundo ha puesto de manifiesto lo frágiles que son muchas de las herramientas que manejamos a diario, ya sean para cuestiones laborales o para asuntos de ocio o personales.
Según publicó recientemente el diario británico ‘TheGuardian’, la Agencia Nacional de Seguridad de EEUU (NSA) y su homóloga británica (GCHQ) han desarrollado tecnologías desde 2007 para absorber datos personales de usuarios de ‘smartphones’ con fugas de información. Y es que las aplicaciones de los dos principales sistemas operativos, IOS (Apple) y Android, requieren en no pocos casos de datos personales de los usuarios tales como edad, sexo o ubicación.
El diario británico, basándose en documentos secretos, asegura que las dos agencias han creado tecnologías para obtener datos privados de aplicaciones tan inocuas como el popular juego Angry Birds. La excusa oficial para acceder a datos personales a través de estas aplicaciones es que son usadas de manera asidua por importantes organizaciones terroristas mundiales para intercambiar datos.
Asimismo, Google Maps sería otra de las herramientas masivamente utilizadas por los usuarios que se revela como una mina de oro para recabar datos por parte de las agencias de seguridad británica y norteamericana, según los últimos documentos filtrados por el ex agente de la NSA Edward Snowden.
De esta manera, a los programas para acceder al contenido de mensajes de texto, de chat, agendas de contactos o ubicación de los usuarios que habría desarrollado la NSA, y de los que ya dieron cuenta los diarios ‘The Guardian’ y ‘The New York Times’, ahora se suman sus tecnologías para sacar partido a las denominadas “aplicaciones con fugas”. Datos de geolocalización de personas, registros de llamadas o listas de amigos son solo algunos datos que se habrían obtenido a través de las aplicaciones para móviles de populares redes sociales como Facebook, LinkedIn o Twitter.
Esta noticia ha descubierto el potencial para el espionaje de los millones de smartphones que hay en el mundo. No en vano, este programa se ha bautizado como “explosión móvil”. Todo habría comenzado en 2007, cuando la colaboración de las dos agencias se estrechó y el presupuesto de la NSA aumentó de forma espectacular: de 204 millones de dólares a 767 millones. Queda por saber si las compañías que desarrollan las apps con fugas estaban al corriente de las supuestas intenciones de la NSA y el GCHQ.
Tanto el anuncio del presidente de EEUU, Barack Obama, de reformar el sistema de funcionamiento de la NSA, como el primer dictamen conjunto sobre la privacidad en las aplicaciones móviles de las autoridades europeas en protección de datos de la UE (Grupo del Artículo 29), deberían poner fin a estas prácticas que, por otra parte, al ser secretas nadie confiesa haberlas llevado a cabo. Según el Grupo 29, pese a que los desarrolladores de aplicaciones persigan el objetivo de ofrecer servicios nuevos e innovadores, ello no les exime de cumplir la legislación sobre protección de datos de la UE.
La mayoría de las conclusiones y recomendaciones del Dictamen de la UE se dirigen a los desarrolladores de aplicaciones, abordando cuestiones fundamentales para la protección de la privacidad, tales como el consentimiento informado, inequívoco, libre y previo del usuario, que será revocable en todo momento, el principio de limitación de la finalidad para la que se recoge la información, la obligación de informar correctamente a los usuarios finales sobre sus derechos o sobre los períodos de retención de datos.
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