La era de la comunicación que vivimos en la actualidad tiene una seria contrapartida: la avalancha publicitaria que sufrimos, ya sea por correo electrónico, ordinario o por teléfono. Para frenar este bombardeo, desde hace unos años los ciudadanos que se sientan acosados por llamadas publicitarias, en muchos casos a horas intempestivas, o que tengan el correo electrónico inundado de mensajes comerciales, pueden inscribirse de forma gratuita en la Lista Robinson e indicar el medio a través del cual no quieren recibir más publicidad de entidades con las que no tenga o no haya tenido algún tipo de relación.
Pero, ¿qué es la Lista Robinson? Se trata de un servicio de exclusión publicitaria creado en 1993 y gestionado por la Asociación Española de la Economía Digital conforme a lo previsto en la Ley de Protección de Datos de Carácter Personal (LOPD) y con el respaldo de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD). En un principio, esta lista se limitaba al correo postal, pero en 2009 su servicio se extendió con el objetivo de evitar la publicidad no deseada a través del correo electrónico, llamadas telefónicas y mensajes (SMS y MMS).
Desde 2011, las operadoras de telefonía que acostumbran a realizar llamadas publicitarias sugieren a los clientes que no desean recibir más este tipo de comunicaciones darse de alta en la Lista Robinson (habitualmente, el/la operador/a asegura que es la única forma de no recibir más llamadas, ya que no dispone de los privilegios para sacarle del listado que le facilitan). Por tanto, la mera existencia de esta lista ya es una gran noticia para mucha gente, pero ¿es realmente efectiva?
Según un artículo de la web ‘Bandaancha’, darse de alta en esta lista te evita recibir llamadas publicitarias a horas intempestivas. Sin embargo, la misma Lista Robinson facilita a los spammers obtener direcciones de correo electrónico reales a la que poder enviar publicidad no deseada.
Y es que, según esta misma web, por el módico precio de 150 euros cualquiera puede descargarse la lista completa, con direcciones de email, números de teléfono, direcciones, etc., de los usuarios que no quieren recibir publicidad. Es decir, que apuntarse a la famosa Lista Robinson puede resultar en ocasiones contraproducente, ya que quien busca evitar la publicidad a toda costa y utiliza para ello los medios a su alcance puede ser víctima de una avalancha de comunicaciones publicitarias: el mundo al revés.
Según la web de la Lista Robinson (listarobinson.es), las entidades deben consultar periódicamente este listado para no enviar comunicaciones comerciales a aquellas personas inscritas en el servicio, cuando realicen acciones publicitarias dirigidas a personas que no sean sus clientes, socios, usuarios, etc. En principio, las entidades o empresas que utilizan el servicio se comprometen a no enviar publicidad a través del medio de comunicación que se haya seleccionado, siempre que no haya existido o exista algún vínculo comercial entre compañía y usuario.
No obstante, ante las dudas que pueden surgir sobre la eficacia de la Lista Robinson, la Asociación General de Consumidores (ASGECO) recomienda que el usuario deje constancia ante la compañía que le envía publicidad de que no quiere volver a recibir mensajes comerciales por el medio que sea. Desde ese momento, la pelota está en el tejado de la empresa en cuestión: si la entidad vuelve a llamarle podría enfrentarse a multas de la AEPD de hasta 600.000 euros. Asimismo, el perjudicado puede dirigirse a la propia agencia para interponer una denuncia.
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