El ‘caso Snowden’ ha desatado una especie de psicosis generalizada sobre la ausencia de privacidad en internet. Las prácticas de vigilancia o, mejor dicho, espionaje masivo por parte de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos han puesto de relieve las prácticas ilegales de este país en relación con la normativa europea de protección de datos. Porque, además de vulnerar las leyes comunitarias, estas actuaciones sobrepasan sus fines (lucha contra el terrorismo), por lo que todos tenemos la sensación de que vivimos en aquella sociedad vigilada que planteó George Orwell en “1984”.
Hace pocos días, una noticia del ‘Washington Post’ revelaba que la NSA almacena unos 5.000 millones de datos sobre el paradero o ubicación de millones de móviles en todo el mundo. Sólo es un escalón más del ‘caso Snowden’ desde que salió a la luz, aunque en esta ocasión nos da muchas pistas sobre la magnitud de la información que manejan los servicios de espionaje norteamericano, que almacenan esa información en una inmensa base de datos que les permite seguir los movimientos de cualquier persona que despierte su interés.
Según este diario, varios miembros de la NSA habrían confirmado esta alta cifra de datos que se almacenan en su base de datos, aunque siempre desde la legalidad, aseguran estas fuentes.
El Centro de Estudios de Política Europea (CEPS) ha elaborado un documento de 65 páginas que fue remitido el pasado mes de noviembre a la Eurocámara en el que señala que “la vigilancia a gran escala con objetivos poco precisos es cada vez más borrosa”.
Este informe distingue entre una “vigilancia concreta con fines de investigación criminal, que puede ser considerada legítima dentro del marco europeo”, y la vigilancia a gran escala que, tras las revelaciones del ‘caso Snowden’, practican los servicios de inteligencia norteamericanos.
Este escándalo ha salpicado a grandes multinacionales de las nuevas tecnologías como Facebook, Google, Microsoft, Yahoo o servicios de nube como Dropbox. Aunque todas ellas han negado su colaboración con el citado espionaje, ha habido otras empresas, caso de Twitter, que han implementado medidas para luchar contra este espionaje. En concreto, la compañía del pajarito ha desarrollado en su plataforma una tecnología de seguridad que hace más difícil espiar a sus usuarios, mientras que ha instado a otras compañías que operan en la red a hacer lo mismo.
Por su parte, el documento de CEPS no circunscribe únicamente a EEUU el espionaje masivo. Así, los servicios de inteligencia de Francia, Alemania, Suecia, Reino Unido y Holanda también tendrían como práctica habitual la interceptación masiva de datos y comunicaciones, aunque a menor escala que los estadounidenses, según el informe. Los marcos legales ambiguos y con fisuras son aprovechados por los servicios secretos de estos países para realizar estas labores de espionaje o, como ellos prefieren decir, vigilancia. La transparencia en estas prácticas brilla por su ausencia, por lo que nunca se sabe cuáles son los objetivos ni qué se hace con la información que se recopila.
Sin embargo, la UE se ha centrado únicamente en EEUU y ha cerrado filas. En este sentido, el Parlamento Europeo ha reclamado a los líderes de los Veintiocho un apoyo claro a la futura normativa de protección de datos, que será más estricta que la actual y que buscará evitar casos de espionaje. Está previsto que el Reglamento Europeo de Protección de Datos, que unificará las distintas leyes existentes de los Estados miembros, sea aprobado antes de las elecciones europeas de mayo del año que viene.
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